Núcleo Ochagavía:

Durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva, el ministro de Salud Ramón Valdivieso encargó la creación del que sería, en su época, el hospital público más grande y moderno de Sudamérica: el Hospital del Empleado, un establecimiento sanitario de 84 000 m² edificados en una superficie de 23 000 m². La obra estaría a cargo de la Sociedad Constructora de Establecimientos Hospitalarios.

El proyecto se repotenció durante el gobierno del presidente Salvador Allende. Se inscribieron los planos en julio de 1970. El 25 de enero de 1971 se autorizó la edificación por parte de la entonces municipalidad de San Miguel. Las obras se iniciaron en marzo de 1971, ejecutadas por la constructora Neut Latour. Se estimó que las obras se extenderían por 45 meses, y utilizarían una dotación de aproximadamente 1000 obreros, sin utilización de grúas.

Las obras fueron paralizadas a los 30 meses, tras el golpe de Estado de 1973. Durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, no hubo intenciones de reanudar las obras, aduciendo altos costos operacionales en relación a la demanda asistencial del sector y a una mala calidad arquitectónica del edificio.

La estructura fue abandonada, pese a que empresas como la alemana Siemens se ofrecieron a terminar la obra a cambio de habilitarlo con sus equipos médicos. Esto, sumado a su enorme tamaño le valieron el apodo local de elefante blanco.

Tras 40 años sin uso, el 5 de mayo de 2013 se anunció oficialmente la venta del edificio a la empresa Megacentro.

Dicha empresa reconstruyó el edificio con la finalidad de utilizarlo como centro de negocios (con bodegas, oficinas y salas de exhibición), bajo el nombre de Núcleo Ochagavía.

El edificio se adjudicó el premio Aporte Urbano (PAU), por su valor social y arquitectónico en 2015.

La propuesta toma como base de proyecto el reciclaje de la estructura abandonada del hospital, considerando el alto valor simbólico del edificio para la comuna, como doloroso testimonio de esperanzas y promesas no cumplidas. Como principio fundacional el proyecto debía considerar la carga emocional de los vecinos y la adecuada inserción urbana en un entorno fuertemente afectado por la enorme construcción. Esto se materializó con resultados notables a través de un inédito proceso de participación ciudadana. Durante el proceso de construcción, la Fundación Urbanismo Social, fue parte importante en el trabajo comunitario con vecinos y vecinas. La comunidad se organizó y actualmente sigue operando para velar por el desarrollo sostenible de la comuna.